Imanol

¿Cautivos y desarmados? Ciertamente, cerca de medio millón de refugiados, entre combatientes y civiles, abandonan el país antes de caer en las garras del ejército fascista. Sin embargo, una pequeña parte se queda dentro. Escondidos en su mayoría en las montañas pero también en pueblos y ciudades. Ni cautivos ni, por supuesto, desarmados.
No son los primeros en echarse al monte. Durante la guerra, ante el avance de los fascistas, otros se ven obligadas a “desaparecer”. Individualmente o en grupos organizados, por motivos ideológicos o sencillamente para salvar el pellejo.El pueblo los conoce por “los huidos”, “los del monte”, “los guerrilleros” y tras la II Guerra Mundial, por el vocablo francés: “maquis”. Y como aquí nunca pasó nada, el Franquismo los llama “bandoleros”. Para combatir a éstos, se emplea primero al ejército y las tropas marroquíes, después, por el empeño demostrado, a la Guardia Civil.
Desde estas páginas, os proponemos acompañar en sus viajes a esas partidas. Os recordamos antes de partir que sólo andaremos de noche; que vadearemos los ríos porque los puentes están vigilados; que iremos en fila india sin hablar ni fumar; que hacer fuego, sólo cuando sea imprescindible; que la espuma del jabón baja por el río, así que baño sin jabón o fuera del agua. Y que lo mismo vale para nuestras ropas. Que si nos capturan (toquemos madera para que no ocurra) no se habla. Aunque esto es mucho más fácil decirlo esto que hacerlo. Y que cuando ya no se pueda más, antes de largar, hay que dar al resto del grupo el mayor tiempo posible para que ponga tierra de por medio.
Si después seguís con ganas de acompañarnos, durante los próximos meses os enseñaremos todos los caminos, quiénes los andan y quiénes los vigilan. De los olivares andaluces a los nevados pasos del Pirineo; del Miño a las alturas del Maestrazgo. Y veremos si es verdad que la guerra ha terminado.
Suerte en la siguiente partida.