Hoy vamos a hablar un poco del día a día de los huidos y guerrilleros en la sierra, de las rutinas, los quehaceres, tácticas, prácticas y demás cosas básicas que para unas personas serán conocidas y para otras no.
Empezaremos diciendo que eran recomendables los grupos pequeños, tanto para poder actuar, ocultarse, o como a la hora de conseguir víveres u otros objetos necesarios para el grupo. Que generalmente se actuaba en las tierras cercanas a las que se había vivido, lo que proporcionaba no solo la ayuda de familiares y amigos, sino un gran conocimiento del entorno, imprescindible para la supervivencia en la sierra.
Las acciones que mayoritariamente realizó la guerrilla fueron los atracos y secuestros con el fin de conseguir dinero, provisiones y armas, pero también se dedicaron a ejecutar a falangistas, o gente de derechas que destacaba en la represión contra sus paisanos, sabotajes y ocupaciones de pueblos se sumaban al catalogo guerrillero. La mayoría de estas acciones se realizaban al caer la noche para tener posteriormente bastantes horas de oscuridad para poder alejarse de la zona afectada.
La movilidad era otra de sus grandes bazas, pocos grupos tuvieron campamentos estables, después de cada golpe había que poner tierra de por medio, pero normalmente se disponía de una variedad de corrales, cortijos, invernales, massías, cuevas, etc, según el ámbito geográfico donde desarrollaran sus aventuras y desventuras, para poder descansar, ocultarse o preparar nuevos golpes, contradiciendo la imagen de que siempre estaban a la intemperie, eso si, cuando les tocaba (a unos grupos más que a otros) disponían de hules o mantas, que con la ayuda de unos palos se convertían en sencillas tiendas de campaña.
Las marchas eran nocturnas, siempre con uno o dos miembros de avanzadilla, por si se encontraban con contrapartidas o grupos de guardias haciendo la espera, que no fuera interceptado todo el grupo, siempre en silencio, sin fumar, evitando pueblos o casas de campo para no alertar a los perros y que estos ladraran, o llevando azucarillos para estos y que los conocieran para próximas veces, a los conflictivos se los envenenaba.

Se evitaban los sembrados y zonas de hierba alta, pues queda marcado el surco por donde pasaba el grupo, en caso de escarcha, se dejaba de andar un par de horas antes del amanecer para evitar los rastros y si había nieve no se podía caminar. En los caminos polvorientos se borraban los rastros con ramas. Los días de niebla también se procuraban evitar, si bien por un lado es un camuflaje perfecto, nunca sabes cuando va a levantar, pudiendo quedar el grupo en una localización muy delicada y totalmente al descubierto.
Durante las horas de luz se descansaba, se hacía guardia por turnos, también por turnos se iba a por agua o se hacían diferentes labores, si durante estas horas eran descubiertos por pastores, cazadores u otras personas, estas eran normalmente retenidas hasta el anochecer. Cuando se realizaban acciones en pueblos o casas de campo, normalmente se tomaba a la salida la dirección contraria a la que iban a tomar, como medida de distracción y poco a poco se iban orientando hacia el rumbo correcto.
Respecto a la comida, esta normalmente provenía o de lo que conseguían los enlaces, o de lo que obtenían en sus golpes. También se entraba en casas de campo y se pedía que se les preparara comida, habiendo grupos que la pagaban y otros que no. Cuando cocinaban ellos, había que tener mucho cuidado con el humo, existían algunos trucos como usar solo las ramas ya secas y muertas de los árboles, hacer hogueras muy pequeñas, o quemar enebro o jara sin corteza si lo había, otros grupos usaban carbón, por el poco humo que producía.
Otro gran problema era el de la salud, se llevaban siempre que podían un botiquín básico (vendas, aspirinas, yodo), con medicinas que conseguían en alguno de los golpes económicos, al que se añadía la sabiduría popular de hierbas medicinales, pero la gente podía morir en el monte por una simple gripe o pulmonía. Algunos grupos dispusieron de médicos, porqué unos pocos galenos se echaron al monte, y otros por conocer a algún médico colaborador, aún así, fueron los menos. Muchas veces se forzaba a un médico a intervenir a un compañero. Comentar el caso de la tos, cuando alguien la padecía tenía que estar siempre con un pañuelo metido en la boca, para minimizar en lo posible el ruido producido.

El tema de la higiene también era peculiar, no podían lavarse con jabón, pues la espuma no desaparecía en una larga distancia, si bajaban al río lo hacían de noche y nunca se desnudaban enteros por si eran descubiertos, otra manera era lavarse por partes en el campamento. Para las ropas, hacían un agujero en el suelo, lo cubrían con una piel de oveja y lo llenaban de agua, esa era su lavadora, otros grupos llevaban la ropa de vez en cuando a los puntos de apoyo para su lavado y zurcido. El olor corporal a sudor, tierra y miedo siempre acompañó a la guerrilla, de hecho era uno de sus salvoconductos ante los enlaces, las contrapartidas nunca olían igual.
El contacto con otros grupo o con los enlaces se realizaba por medio de las llamadas estafetas, estas eran lugares concretos como un agujero en un tronco, un hueco tras una piedra, en fin, lugares ocultos donde poder dejar escondido un mensaje, aconsejablemente metido en una botella o lata para que la humedad o el clima no lo destruyera.
El armamento era otra de las grandes dificultades con las que se encontraban, buena parte de las armas de la guerrilla eran escopetas de caza, algunas pistolas y granadas de la guerra civil y escasa munición. Uno de los métodos habituales para aumentar el arsenal era el asalto a casas de somatenistas, falangistas o elementos de derechas, pues estos solían estar armados. En algunas ocasiones se actuó contra patrullas o cuartelillos de la guardia civil, o se asaltó algún depósito de explosivos en cuencas mineras, pero no era lo normal. Desde Francia y Argelia también llegaron armas conseguidas durante la segunda guerra mundial, como la mítica metralleta Stenn, pero por desgracia para los guerrilleros, pocos de ellos contaron con ametralladoras o subfusiles. Respecto a los explosivos, a parte de la dinamita que se compraba o robaba de las minas, el más empleado fue el Plastic y las granadas, también provenientes de los españoles que actuaron en la resistencia francesa.

En caso de que el grupo fuera descubierto por la guardia civil y dispersado, se recurría a las imitaciones de sonidos animales o se acudía a estafetas anteriormente decididas, si alguien era apresado, debía aguantar un mínimo de tiempo antes de cantar para que sus compañeros pudieran alejarse y reagruparse.
El dinero que se conseguía en atracos y secuestros se repartía de diferentes formas según grupos y agrupaciones, muchos grupos repartían la totalidad de la suma equitativamente entre sus miembros y hacían llegar lo posible a sus familias. En las agrupaciones, la mayor parte de la suma era destinada al partido y propaganda, y el resto se dividía entre los miembros de la misma. En los grupos urbanos catalanes, que normalmente vivían en Francia, quitando los gastos necesarios para los viajes y acciones, la mayor parte del dinero iba destinada al apoyo a los presos y sus familias y otra parte era para el sindicato.

A parte de los golpes económicos, que era a lo que más se recurría, tanto las agrupaciones guerrilleras, como varios de los grupos tuvieron una especial dedicación a la propaganda, lo que llevo algunas multicopistas a la sierra, casi todas las agrupaciones tuvieron su portavoz escrito, también se ocupaban pueblos y se daban mítines políticos, se hacían pintadas o se colocaban banderas, con respecto a estas últimas, a veces se dejaban en cruces de caminos o lugares concurridos y se les adosaba un explosivo trampa, que saltaba al retirar la bandera el guardia de turno. Como métodos curiosos, volver a mencionar el mortero adaptado a tacos de octavillas que utilizó Quico Sabaté, los tacos de propaganda humedecida encima de taxis, que al irse secando por el movimiento de vehículo se esparcían por la ciudad o la más básica pero igualmente eficaz voladura de postes eléctricos, pues en muchas zonas cuando se iba la luz era sinónimo de que la guerrilla estaba cerca…

Hoy hablaremos de los recursos, trucos, códigos de seguridad y de todas esas cosas que conseguían alargar un poco la vida de los guerrilleros en la sierra o en la ciudad y a la vez hacerla ligeramente más segura. Se tratarán un poco en conjunto las medidas, ya sean para los grupos urbanos como rurales.
Sobre algunas de ellas ya hablamos en el artículo de la vida en la sierra, aunque hoy procuraremos profundizar un poco más.
La movilidad fue siempre la gran baza de los grupos guerrilleros, abarcar zonas extensas para despistar y para tener variedad y cantidad tanto de objetivos como de lugares en los que ocultarse. Siempre ayuda una orografía complicada, bosques, montes, ríos, en la cual sea fácil ocultarse, pero a la vez eligiendo sitios desde donde controlar a las fuerzas enemigas cuando realicen batidas contra el grupo, lugares altos de difícil acceso, y a poder ser, siempre con más de una ruta de escape, lejanos a vías de comunicación y con agua corriente no demasiado lejos.

Todas las marchas se realizaban de noche, con un poco de luna, pues sin ella es muy complicado orientarse hasta conociendo bien el terreno y siempre en silencio absoluto. En todos los grupos se contaba con una o varias personas nativas del lugar, conocedores del terreno, capaces de moverse por los diversos caminos o fuera de ellos cuando hacía falta. Cuando los grupos salían de sus zonas, los enlaces les proporcionaban guías o prácticos que les movieran por el lugar. Siempre en fila india, y además con un miembro o dos del grupo varios metros por delante por si se encontraban a la patrulla de batida o apostada a la espera de los guerrilleros. En zonas peligrosas, cruces de carreteras o zonas similares, cuando les era posible, mandaban algún enlace que no estuviera quemado por delante de ellos así el alto se lo daban a él y delataba el apostadero de la brigadilla, contrapartida o lo que fuera. Los puentes eran los sitios más peligrosos de cruzar, pues a la guardia civil, con vigilar sus pasos, podían controlar grandes zonas. .

La vigilancia de los puentes podía durar muchas horas, a la busca de un sonido metálico, la luz de una colilla, un estornudo, algo que delatara la presencia policial. Aunque existía un método que usaban los guerrilleros, copiado de los contrabandistas que era, siempre de noche, claro, acercar un miembro al puente, y cuando se hallaba a unos cuantos metros, emboscado en la maleza, lanzar un objeto al agua, en dirección contraria a donde se estuviera, pero que pudieran escucharlo los guardias en caso de que estuvieran de vigilancia. Si los guardias estaban allí, en ese momento si escuchabas atentamente, se podía escuchar como amartillaban los fusiles. Evitar los sembrados o zonas de hierba alta pues el paso del grupo deja rastro, evitar los días de niebla pues aunque es un camuflaje ideal nunca sabe uno cuando va a levantar y donde estará el grupo en ese momento, no andar nunca con nieve aunque eso obligue a la partida a una parada forzosa de duración desconocida, con escarcha o con rocío dejar de andar un par de horas antes del amanecer. Las acciones se ejecutaban normalmente un poco antes de anochecer para tener toda la noche para poner tierra de por medio. De las casas o pueblos, se salía siempre en dirección contraria a la que se quería tomar. Se llevaba alguna galleta o azucarillos para tratar de silenciar a los perros y sus ladridos, a los no colaboradores se les daba matarile. Los grupos que actuaban en Cataluña, por ejemplo, cuando se abastecían en casas que usaban los contrabandistas, mandaban siempre de primero a algún castellano parlante, pues los “paquetaires” hablaban mayoritariamente castellano. En zonas donde no había contrabando, o quizás si se sabía que eran de izquierdas, siempre se mandaba primero a quien hablara catalán, pues los civilones muy extrañamente lo hablaban. Si el grupo era interceptado, se disgregaba, para minimizar riesgos y no ser detenidos en bloque, normalmente ya se había quedado en un lugar de reunión por si esto sucedía, o sino, en sus estafetas dejaban un mensaje con el próximo lugar de cita. Aprendían a imitar sonidos de animales o pájaros (tenían en su repertorio a los diurnos y nocturnos para no llamar la atención), para poder localizarse unos a otros y cuando tenían que acercarse a las casas de enlaces, tenían contraseñas como podían ser una contraventana abierta o cerrada, los colores de la ropa tendida, ciertas herramientas a la vista o no, que permitían a los grupos saber si podían acercarse con seguridad o tenían que volver al monte a toda velocidad.

En caso de tener la desgracia de ser detenido, teniendo la seguridad de que se iban a sufrir torturas, había que dar un margen de tiempo a los compañeros, a poder ser 24 horas, y si eran más mejor, sin cantar, o cantando lugares ya quemados o dando nombres de gente ya había sido detenida o muerta recientemente, para cambiar de lugar, ya fueran gentes, armas, documentos, etc. Hubo grupos que usaron pastillas de cianuro por si eran detenidos, otros que preferían la lucha hasta la penúltima bala y después el suicidio.
No se hacía fuego para calentarse en exteriores, solo a veces para cocinar, siempre hogueras pequeñas, con madera seca y descortezada de jara o sabina en zona secas o de avellano en las húmedas, pues son maderas que desprenden muy poco humo. Si alguien (pastores, ganaderos, agricultores, cazadores…) por casualidad daba con una partida escondida, era retenido hasta la noche, cuando se le dejaba volver a casa y la partida cambiaba de lugar.
Hubo encargados de grupo capaces de distinguir el grado de agotamiento o de hambruna por el timbre de la voz de los componentes del mismo, según palabras de “Chaval”: Era infalible, cuando el hambre y el cansancio apretaban, las voces tomaban ese extraño sonido que me advertía que más allá no era posible pedir sacrificios sin antes descansar por lo menos una noche.
Un paraguas grande y de color poco chillón era siempre un gran aliado de los guerrilleros sobre todo en el norte del país, y uno de los pasajeros habituales de sus mochilas.
El uso tanto de papeles falsos, como robados, para por ejemplo poder acercarse a la frontera (hacía falta un salvoconducto para moverse por los territorios aledaños a la misma), o de carnets y placas policiales, el uso de disfraces, ya fuera de falangistas, militares, guardias civiles, curas, etc., se usó siempre que fue posible para poder acercarse a ciertos objetivos, burlar cercos u otras situaciones de alto riesgo.

En los pirineos, contra los perros que tenían los alemanes, se usaba una prenda gruesa de ropa y una navaja, se envolvía el brazo izquierdo con la prenda y se ofrecía el mismo al animal que se lanzaba y lo mordía, una vez el perro se enganchaba, se le apuñalaba con el otro brazo.
Muchos grupos hicieron largos desplazamientos, cambiando de provincia y territorios a temporadas para escapar de la represión, otros cambiaban de ciudad hasta que las aguas revueltas se calmaban un poco, guerrilleros rurales se escondían a veces en la muchedumbre de las ciudades tratando de pasar desapercibidos y todos los que pudieron trataron de llegar a la relativa seguridad de Francia. Parece ser que los autobuses en los que se desplazaban los hinchas de futbol eran de los transportes más seguros de la época, pues varios guerrilleros de la cornisa norte los usaron para acercarse a la frontera.
En las ciudades, cuando se recibían delegados de otros lugares a los que no se conocía personalmente, se montaba un grupo de seguridad, tanto para controlar la zona, como para descubrir posibles emboscadas, como para garantizar la seguridad de quien fuera a la reunión.

Entre las enseñanzas que el PCE daba a sus cuadros para trabajar en la clandestinidad, había algunas consignas de seguridad:
– Empleo de seudónimos, a poder ser cuanto más corrientes y normales mejor y uso obligatorio ante conocidos o desconocidos. Uso de diferentes seudónimos para el uso interno de la organización y otro para uso exterior. Cambiarlos si se sospecha que la policía pueda ya conocerlos.
– Cada responsable de grupo debe estar solo en relación con un reducido número de personas, memorizar sus direcciones y no llevarlas jamás apuntadas.
– En caso de numerosos contactos, apuntar el seudónimo pero evitar dirección o lugar donde habita.
– Si hay que poner direcciones, sumar al número del portal un número elegido por el grupo. (Ej. El número de la calle es el 13, y el grupo eligió el 5, así que el número que anotaremos será el 18).
– Mismo procedimiento para los números de teléfono, pudiendo aumentarse o disminuirse.
– Si se lleva una lista, rellenar siempre con nombres y personas desconocidas elegidas al azar del listín de teléfonos.
– Reservar en cada página un cierto número de líneas en blanco intercaladas entre las escritas.
– En un cuaderno que esté casi íntegramente escrito con cosas sin importancia o de relleno, elegir un cierto número de líneas y de páginas. (Ej. Elegimos las líneas 5 y 13, de las páginas 2, 12, 22 y 32. En la línea 5 de la página 2 ponemos en nombre, en la línea 5 de la página 12 el número de la calle, en la línea 5 de la página 22 el nombre de la calle y en la página 32 la cuidad.) Se elegirán tantas líneas como datos haya que dar.
– Se irán eliminando todos los datos que vayan siendo inservibles o todos aquellos que se puedan memorizar
– Si lo que se anotan son citas, reuniones, acciones etc, escribir datos falsos tanto sobre las fechas y las horas, pero siempre con pautas acordadas por el grupo.
– Para llamadas telefónicas, jamás desde el domicilio propio, siempre desde cabinas, cafés o bares, siempre conversaciones cortas y utilizando los seudónimos y a poder ser utilizando un tono natural. En caso de concertar una cita, que el lugar ya esté marcado con antelación.
– Evitar conversaciones interurbanas.
– Evitar el trasporte de documentos, si no se puede, reducir al mínimo su volumen y no llevarlos nunca ni en los bolsillos ni en un portadocumentos pues son los primeros sitios donde mira la policía. Colocarlos en los zapatos, o calcetines o calzoncillos y tratar de aprovechar mientras para deshacerse de ellos. De nuevo, actuar con normalidad para no llamar la atención pero extremar la prudencia.
– Si hay que conservar documentos por la causa que fuere, estos tienen que estar suficientemente disimulados pero con facilidad para acceder a ellos, pues en caso de tener el tiempo suficiente, quemar los más comprometidos y tirar sus cenizas al vater. O conseguir un lugar lo suficientemente bueno para que no lo descubra la policía echándole toda la imaginación que se disponga.
EN CADA INSTANTE CONTRA LA DICTADURA, SEAN PRUDENTES.

No queremos acabar sin hacer una pequeña puntualización, que hubiera sido de gran ayuda tanto para los grupos de la sierra como para los urbanos. Tanto el PCE como la CNT como el resto de partidos y sindicatos que tuvieron gente en la guerrilla, nunca ayudaron económicamente a los grupos, al revés, eran los guerrilleros los que les aportaban dinero a sus organizaciones, aunque después estas protestaran por los medios empleados para conseguirlo Cuando un grupo pasaba al estado, o tenía que funcionar una temporada en él, necesitaba dinero para subsistir, y entonces estaban obligados a recurrir al golpe económico, con lo cual ya se delataban ante la policía. Si estos grupos en vez de tener que hacer varios atracos para su supervivencia, hubieran podido dedicarse a los sabotajes, represalias u otras acciones políticas, posiblemente el número de bajas hubiera sido bastante menor, aunque esto igual habría que tratarlo en otro artículo con más calma…
Fuentes: Maquis (Mikel Rodríguez), La resistencia armada contra Francia (Francisco Moreno Gómez), L´ombre del maquis (Jaume Serra Fontelles), Luchadores del ocaso (Ramón García Piñeiro) y Cordillera ibérica (José Montorio Gonzalvo)